¿JUSTICIA
O SANGRE?
Bogotá, marzo 15 de 2017
Hola, amigos:
Oigo, leo, veo, con más frecuencia de
lo que quisiera, el desahogo de las personas por todos los medios ante la falta
de justicia, y también cuando los dictados de la justicia no coinciden con su propio
pensamiento y su propio deseo. En el pasado, y en algunas partes hoy lo sigue
siendo, el circo era el lugar en el que el hombre vomitaba sus miedos, sus
odios, sus rencores, sus frustraciones, y salía de allí a renovar fuerzas para
entrar en otro día futuro a dar rienda suelta a todos esas ataduras que lo
mantenían lejos de su felicidad.
Hoy pasa algo similar con las
noticias diarias que nos frustran y por eso necesitamos muchos circos, muchas
plazas de toros, muchas galleras, muchos estadios de fútbol, para poder estar
en paz con nuestros dolores, y nuestros propios odios. ¿A qué va un aficionado
al fútbol al estadio? A ver un buen partido, a ver ganar a su equipo, pero
también a gritar con rabia para liberarse de sus pesadillas en el trabajo, o de
sus dolores por sus frustraciones, o de sus peleas con la persona que dice
amar, pero a quien no puede gritar como lo hace consciente o inconscientemente
en la tribuna. Va a gritarle al aire a su jefe que es un hijueputa, lo que no
puede hacer en la oficina sin quedar cesante en los minutos siguientes; va a
gritarle a su mujer, a quien no soporta, aunque realmente lo que sucede es que
él no se soporta a sí mismo; le grita a los gobernantes que son corruptos, pues
su queja no la puede poner porque nadie lo oye.
Igual está aconteciendo con la justicia en este país. Cuando un hombre
viola a una niña pobre e indefensa, lo que importa no es la justicia, sino que
haya cárcel. Cuando absuelven a dos niñas en el sonado caso Colmenares, lo que
importa no es la justicia, que un juez dictó, según su saber y entender; lo que
nos sacia es que haya cárcel para alguien que el gran público considera
culpable. Cuando se plantea el proceso de paz con las Farc, lo que importa no
es la paz, sino, como lo propone permanentemente el Centro Democrático, que
haya cárcel; es más importante un preso que la paz, o un preso que la justicia.
Estoy totalmente de acuerdo con
el columnista Moisés Wasserman, científico
colombiano y exrector de la Universidad, quien en días recientes escribía
en El Tiempo:
·
“La gente necesita condena, más
que justicia, y no le importa la posibilidad de que alguien inocente reciba un
terrible castigo, con tal de que haya castigo para alguien.
En este caso, hubo
un concepto de un juez que dijo que era un crimen, y otro concepto de una juez
quien afirmó que hubo un accidente. Cada juez juzgó según su conocimiento del
caso, y estos juicios no son siempre objetivos; tienen mucho de subjetivos, y
por eso hay distintos conceptos sobre un mismo asunto. Si así no fuera, se podrían
meter los casos a un computador, se le dan las circunstancias, y de allí
saldría un concepto o sentencia. Fácil. Pero no, cada caso tiene mil
interpretaciones, mil caras, y de ahí la dificultad de dictar sentencias
justas.
A mis amigos con
quienes hemos discutido el caso, les he preguntado algo así como:
·
¿Qué dijo el
juez cuando recibió el testimonio del señor Cárdenas?
·
¿Qué dijo Laura
Moreno cuando le preguntaron sobre su relación con el fallecido?
·
¿Qué dijo el
abogado de la defensa sobre el concepto de medicina legal?
Siempre, la
respuesta es: “Yo no sé”. Pues claro, ¿qué van a saber, si no estuvieron en el
juicio? ¿Y si no estuvieron en el juicio, con qué argumentos piden cárcel para
determinadas personas en este caso conocido? Y así hasta el infinito.
No, lo
importante es que haya condena, que haya sangre, que se condene a alguien, para
que estemos tranquilos, y creer que se hace justicia. La justicia no siempre es
condena, también es absolución para los inocentes. Como han dicho tantos
juristas a través del tiempo: “Es mejor
un culpable en la calle, que un inocente en la cárcel”. Los medios de
comunicación también contribuyen en gran medida a que el público, sin
conocimiento del caso, se pronuncie, y ejerza presión sobre la justica para que
tome partido en determinado sentido. Es que eso vende, eso crea audiencia, gana
sintonía, que para muchos medios es lo importante.
Para muchos
colombianos es más importante, más gratificante, que los miembros de las Farc
se vayan para la cárcel, que lograr un clima de paz para construir en el
futuro, y con su ayuda, un país más viable, y tratar de vivir en paz. Lo
importante para ellos es lograr cárcel, condenas, sangre, que empezar a dejar
los odios atrás y hacer una Colombia más grande, fuerte, y amorosa.
De ahí que el
respeto y el acatamiento de la autoridad sea una ayuda para lograr climas más
tranquilos en nuestro diario vivir, lo que no implica que no se pueda
controvertir, pero siempre ajustados a la ley, dentro del orden. Que haya
discusión, claro, que se logren cambios en las sentencias, claro. Por eso es
mejor firmar un armisticio con las Farc y con los insurgentes, y ver la forma
de que participen en las discusiones y las soluciones dentro de la ley, dentro
del congreso, en el ejecutivo, que tenerlos echando bala en el monte, matando
campesinos, robando tierras, imponiendo el terror. Es difícil, pero se puede
lograr con presiones sociales, con voluntad cierta, con deseos de ser mejores
cada día, con la ayuda de todos.
Es que no siempre se pueden
organizar revoluciones francesas, ni primaveras árabes, ni revoluciones
cubanas, ni revoluciones de octubre. El mundo funciona, o está calculado que
funcione, con orden, con leyes, y las diferencias se dirimen en los estrados
judiciales, no siempre ojo por ojo es lo mejor. Con un poco menos de sangre y
más de justicia, es como el mundo civilizado y moderno está pensado que sea más
agradable vivir la vida. Si la justicia no funciona, pues mejoremos y cambiemos
los jueces, no la justicia.
Un saludo de amigo,
ALBERTO BERNAL TRUJILLO
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