sábado, 21 de diciembre de 2013

PENAS Y CARCEL


PENAS Y CARCEL

Subachoque, diciembre 24 de 2013

Amigos:

Pensando en la ley aprobada esta semana para castigar a los conductores borrachos en Colombia, revivo en mi mente algunas soluciones que pueden implementarse en muchos casos de transgresión de la ley, distintas a la más recurrente que es la cárcel, y por lo que hoy vemos en problemas el sistema carcelario, como el alto costo de sostenimiento de los presos, igual que del INPEC, que es el cuerpo de vigilancia y control para esta población; el hacinamiento inhumano en los sitios de reclusión, que va contra todas las normas del derecho humanitario, ayuda a la promiscuidad, a la homosexualidad por la situación misma de indefensión, aporta a la separación de la familia.

Este es un tema muy debatido en el mundo por muchos años, y en casi todos los países, y pueden tener razón o no en la aplicación de la pena de privación de la libertad, y hay argumentos en favor y en contra, y se puede demostrar también que las dificultades no siempre se disminuyen por la sustitución de la cárcel por otra pena. Pero para mí, hay un argumento muy válido para seguir pensando en sustituir la cárcel en algunos casos, y es éste: cuando una persona la recluyen en una prisión, detrás de un muro, ya no la vemos, y ya no nos estorba, por tanto, nos olvidamos de ella, y ya no la atendemos. En cambio, cuando una persona no paga cárcel, está comunicada con los demás de su entorno, y nos podemos también relacionar con ella, interactuar, verla constantemente, y ser partícipes de su propia vida. En esta diferencia veo las ventajas, pues la resocialización en ese medio sí es más probable, pudiendo recobrar un ser humano caído en desgracia.

Una pregunta que se me viene a la mente siempre que pienso en estos casos: ¿Un preso en las condiciones actuales de reclusión, sí se reformará para el país? Yo pienso que no, que lo que se promueve en un recluso es la ociosidad, el aprendizaje de nuevas técnicas delictivas, el aumento o la creación del odio hacia una sociedad que lo rechaza, y que pide cada vez más años de prisión en muchos casos.

Estoy convencido que la cárcel como castigo, se puede reemplazar con mucha eficiencia por otras penas u otras formas de pago por un delito. Podemos enumerar varios casos, y pensar en ésta o en otras formas de resarcir a una persona o a la sociedad ofendida. Si la sociedad de hoy busca primordialmente el dinero como fin, pues la privación de esta posibilidad o la merma de su capacidad de obtener y de usar el dinero debería ser una razón para usarla en beneficio de la sociedad como pago en un castigo. Hoy no es tan importante, por ejemplo, para muchas personas, la mala imagen que se causa por una mala acción por parte de los delincuentes, ya sean de cuello blanco o comunes, o asociados para cometer delitos; no les importa lo que la sociedad piense de ellos, si obtienen con su delito por ejemplo el dinero, que es la principal motivación para cometerlo; pero perder el dinero sí es muy importante y afecta negativamente a un individuo para su condición social. 

Si una persona conduce vehículo en estado de embriaguez, ya de por sí se convierte en alguien peligroso para los demás, y como pena por esa falta, en vez de cárcel, pagaría con su patrimonio, perdiendo su vehículo a manos de la justicia, así no sea de su propiedad. Con ello, todos estaríamos pendientes de cuidar a las personas a las cuales les prestaríamos nuestros vehículos, y a ser responsables de esa acción, ya sean hijos, esposo, esposa, amigos, o cualquier afinidad que exista entre los dos. Las multas altas, pero verdaderamente altas, que sean disuasivas y eviten los accidentes, respaldadas con el patrimonio personal, son más efectivas que la cárcel. Ya en caso de reincidencia, puede ameritar cárcel, pues se convertiría en una persona altamente peligrosa. Si causa lesiones personales o muerte en una o más personas, se obligaría a pagar todas las erogaciones que se deriven de su acción, como indemnizaciones, clínicas, gastos funerarios, gastos por invalidez.

Si un funcionario público se roba una suma de dinero, en vez de llevarlo a la cárcel, sin ser una persona peligrosa por otro motivo, la mejor forma de castigarlo es en primer lugar, hacerle devolver el dinero robado, y pagar adicionalmente cuatro o cinco veces más esta suma, aportando para ello su patrimonio particular, y con la seguridad de que cualquiera otra suma de dinero que en el futuro acumule en su patrimonio, se aportará para el pago de su pena. Además, estaría inhabilitado de por vida para ejercer cargos públicos. Aportaría una parte de sus ingresos futuros por un cargo privado, por ejemplo, a cubrir el monto del castigo. Casi que estaría el resto de vida con los ojos puestos por la justicia para que no quede impune el delito cometido.

¿Qué castigo puede ser más duro para un joven violento en un estadio de fútbol, por ejemplo, que impedirle el ingreso a cualquier sitio público, como estadios, cines, teatros, con dispositivos electrónicos para su control, en vez de mantenerlo en una prisión, con todas sus consecuencias?

En vez de cárcel, se puede pensar en varias alternativas, como pueden ser:

·       Prohibición para viajar fuera del país por un tiempo determinado, o de por vida, como castigo para ciertos delitos.

·       Trabajos en beneficio de la comunidad.

·       Expulsión del país en caso de los extranjeros, residentes o no, con la posibilidad de perder todo o parte de su patrimonio, de acuerdo con la gravedad de la falta.

·       Pago en dinero como indemnización acordada con la víctima.

Claro que hay casos en los que no son tan fáciles de suprimir la pena de cárcel, como es el caso de un violador, de una persona violenta, de un asesino en serie, y otros para los que ni siquiera se contempla la posibilidad de suprimir el castigo de pérdida de la libertad, por el peligro que existe para la sociedad en general.

Este escrito no conducirá al cambio del código penal, pero sí al cambio de la mentalidad de muchos de nosotros, que pensamos únicamente en la cárcel como solución a todos los delitos. Si de pronto mis palabras contribuyen a ser más tolerantes con algunas personas que por una circunstancia fortuita han llegado a cometer una falta, y a pensar más en ellas como personas que como delincuentes, considero que el objetivo principal de estas consideraciones ha sido cumplido. Es posible, aunque ojalá no muy probable, que algunos de nosotros nos encontremos en una situación desafortunada en la vida, similar a las descritas, y que en esos momentos necesitemos de la consideración de los nuestros, de nuestra familia, de nuestros amigos. Hagamos una reflexión para no caer en la tentación de solicitar la pena carcelaria para todo aquel que por desgracia haya llegado a un delito; la cárcel me parece una vergüenza, un sitio infame, no siempre acorde con el acto, ni necesario para el reo.

 

Un abrazo,

 

ALBERTO BERNAL TRUJILLO

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