LAS DROGAS ILICITAS
Subachoque, diciembre 3 de 2013
Amigos:
En la página del gobierno www.mesadenegociaciones.com.co entré a
participar con mi aporte en los puntos que faltan para terminar de negociar en
La Habana. Y quiero destacar el punto sobre las drogas y su tratamiento a la
firma del convenio para empezar a asentar la paz en el país. Allí dejé
constancia de mi pensamiento, como parte de las ideas sobre el tema nacional,
con la legalización de la producción y la venta, y la despenalización
consecuente.
Hace ya muchos años, unos 30, pues aún vivía Guillermo
Cano, director de El Espectador, le envié una carta al periódico sobre este
mismo tema, carta que fue publicada en página editorial, con mi pensamiento de
aquella época, y hoy lo quise retomar como escrito, pues en mis
conversaciones entre amigos o en charlas sobre el asunto, siempre he sostenido
lo mismo que aquí dejo constancia, y por supuesto, pienso hoy que esos 30 años
los habríamos podido ahorrar en violencia, en pérdidas humanas, en degradación
de la sociedad, aunque en aquella época era casi imposible pensar en que mi
idea se llevara a cabo por la situación internacional y el manejo que los
países le han dado.
Pero hoy es distinto, empezando porque ya hay muchas
personas y países en el mundo que han planteado la misma solución, por ejemplo
Uruguay con la marihuana, que acaba de ser legalizada en su producción y su
consumo.
Hay varios argumentos que veo muy claros sobre el
asunto, y empecemos a analizarlos:
- En
el caso personal, hago mi propia comparación. Si se legalizara la droga,
yo no me volvería consumidor por encontrarla más barata, o por encontrarla
en el mercado legal. Simplemente, no la consumo porque no me gusta, porque
no quiero gastar mi dinero en vicios que me traen consecuencias para
mi bolsillo, porque no quiero atentar contra mi salud, porque no quiero
depender de ella, así como dependí muchos años del consumo del cigarrillo.
Lo más probable es que a ustedes les suceda lo mismo.
- Si
se legalizara la droga, se terminaría el 90% de la violencia en este país,
que allí nace y que se alimenta por la ambición del dinero fácil y rápido,
por la necesidad de conseguir dinero para atender el consumo personal,
cuyo costo es elevadísimo.
- El
recaudo de impuestos en el caso de que sea legal su producción y su
consumo, este rubro contribuiría al fisco, cosa que no se logra hoy
con la situación de prohibición.
- Se
evitaría gran parte de la corrupción política y policial que causan las
drogas, y que son una motivación muy grande para caer en la tentación
de otra forma de dinero fácil.
- Dejaríamos
de gastar dinero en cantidades exorbitantes en la persecución de los
narcotraficantes, y podríamos destinarlo a la prevención de la adicción a
las drogas, a la parte de salud del problema, a la educación, a la
publicidad para evitar la consecuencia de su uso.
- El
uso personal de la droga no daña a nadie más, por el solo hecho de
consumirla; únicamente perjudica a quien la emplea. Otra cosa es la
consecuencia de su manejo social, igual que le sucede a quien consume
alcohol y maneja en estado de ebriedad, por ejemplo. Para eso se
destinaría el dinero, para la educación, prevención, publicidad, etc.
- La
guerra mundial contra este flagelo de la droga ya lleva muchos años, sin
que esté siquiera cerca la finalización del consumo. Por el contrario, el
consumo aumenta día a día. Ese sistema ya demostró su ineficacia, y
deberíamos buscar otros métodos. Yo estoy de acuerdo con la
legalización. El ejemplo clásico es la guerra contra el alcohol en los
EE.UU. a principios del siglo XX, que fue el fracaso total contra la baja
del consumo, y que creó una violencia y una corrupción en grado muy
elevado en ese país. La lucha actual contra el consumo del tabaco, es más
efectiva por el método de la persuasión que por el de la prohibición.
- Bajaríamos
sustancialmente los reclusos en las cárceles, y nos dedicaríamos a
cuidar la salud de los adictos, enfermos que de todos modos existirían
como existen hoy con la prohibición.
Pero analizando la parte económica del negocio de la cocaína,
y según las cifras oficiales, la producción en Colombia de pasta es de 350
toneladas anuales, que si fueran exportadas por carretera, se haría en 12
tractomulas. Es decir, un "negocito". Pongamos el precio en un
mercado abierto y legal, de US$ 5.000 ó $ 10.000.000 tonelada (El algodón
cuesta US$ 2.500 ton - $ 5.000.000). Nos daría un valor total de exportación de
$ 3.500.000.000 ó US$ 1.500.000. Al legalizarlo, se nos volvería un negocito
muy pequeño, y aunque creciera, seguiría siendo así, sabiendo que sus
efectos en los consumidores serían tan graves como hoy, desde el punto de vista
de la salud.
Sumémosle el valor de la exportación de marihuana (ya
varios estados de EE.UU. producen una de muy buena calidad) y de otros
productos sintéticos; el negocio se reduciría sensiblemente en sus valores
finales, y los daños por corrupción sí se disminuirían en gran proporción,
bajando por eso mismo la violencia que se desarrolla en paralelo con el negocio
ilícito.
Yo entiendo que haya miles de intereses particulares
en cada negocio, muchos intereses gubernamentales de los países involucrados en
el negocio, como los intereses del presidente Noriega en Panamá, y como tantos
otros que participan en la cadena, pero no me explico la indiferencia o la
oposición de nosotros, los ciudadanos del común para no presionar por una
solución práctica, como es la legalización y la despenalización de la
producción y del consumo de las drogas que hoy son ilícitas, mortales, dañinas,
peligrosas, productoras de corrupción.
Todo lo propuesto tiene un solo inconveniente en mi
concepto: mañana, los productores de hoja de coca estarán presionando por un
subsidio, porque el negocio ya no les da las cuentas de antes. Igual que los
cafeteros, quienes jamás me han entregado un solo peso cuando el precio está
alto, pero a los que siempre les debo entregar parte de mis impuestos cuando su
ineficiencia los hace poco rentables.
Si alguien, con poder de convocatoria, se decide a
liderar la causa de la legalización, yo seré su escudero para las labores en
las cuales pueda ser útil, así que me pongo a su disposición.
Un abrazo,
ALBERTO BERNAL TRUJILLO
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