martes, 24 de septiembre de 2013

¿CRITICAR, O AYUDAR?


¿CRITICAR, O AYUDAR?

Subachoque, septiembre 24 de 2013

El que hace cosas, se equivoca; quien no hace nada, nunca falla. Un buen ejecutivo es aquel que ejecuta de verdad, toma decisiones, hace cambios, lanza propuestas, tiene proyectos, cambia costumbres, y en medio de esa labor, corre el riesgo de equivocarse algunas veces. Pero al final, el balance de su obra será de gran trayectoria, y seguramente de ejemplo para futuros dirigentes.

La anterior consideración me pone a pensar en personas que considero absolutamente negativas en la vida, de esas que pasan prediciendo fatalidades, todo es terror, todo es malo, nada está bien hecho. Y no entiendo cómo una persona de este temperamento puede pasar por el mundo y ser feliz; es imposible gozar de nada, cuando ninguna obra le apetece.

Verdad que es algo exagerado decir que todo para ellos es malo, pero no está muy lejos de la realidad. En mi entorno tengo personas, conocidos, que desde que me conozco están criticando el gobierno de turno, por ejemplo. Claro, una cosa es hacer críticas a algún gobierno, o a algunas cosas puntuales de un dirigente, de un gobernante, de un directivo; ni más faltaba que no tuviéramos derecho a ello. Lo que quiero comentar es aquellas personas para quienes jamás en su vida nada de los gobiernos de turno sirven.

Si bajan los precios de la papa, el gobierno va a quebrar al campesino; si suben, no les va alcanzar el sueldo. Si bajan las estadísticas del desempleo, el Dane está falseando las cifras; si suben, el gobierno y sus políticas han fracasado. Si el gobierno entrega subsidios a los cafeteros, está alcahueteando; si no lo entrega, va a quebrar al gremio y al país. Si sube mucho los salarios, en pocos días las alzas se llevarán el aumento; si sube poco, nos jodimos. Si la inflación sube mucho, el aumento del salario es una miseria; su sube poco, el aumento del salario es una miseria.

Y es que las críticas son siempre como una reacción primaria; primero hablan mal de cualquier medida, y luego la analizan, pero siempre será mala. Yo, que me acuerde, he visto presidentes en este país desde Mariano Ospina Pérez, y para esas personas, nadie ha sido un buen gobernante, ni los Lleras, ni Valencia, ni Belisario, ni los Pastrana, ni Barco, ni Turbay, ni López, ni Samper, ni Gaviria, ni Uribe, ni Santos, nadie; mejor dicho, no es que no hayan sido buenos, sino que para las personas negativas, son malos todos.

Me pongo yo a pensar: ¿No es este país mejor que hace 20, 30, 40 años? Claro que sí, con todos los males que hemos sufrido. Hemos accedido a la tecnología moderna, tenemos más acceso al conocimiento, nuestra comunicación con el mundo es infinitamente mejor, podemos viajar por todo el mundo con grandes facilidades, y no solamente los ricos; hoy, un inmenso porcentaje de la población no se limita a vivir en su pueblo. El internet nos acercó al mundo, y un gran porcentaje de los colombianos tenemos facilidad de usarlo; la salud, a pesar de las falencias, es infinitamente mejor que antaño; gozamos de plena cobertura de energía eléctrica, y casi total de agua potable; el promedio de vida hoy es muy superior al de ayer; cada vez más colombianos podemos degustar productos de todo el mundo. ¿Quién no conoce y puede acceder hoy a la música universal y la disfruta?

¿Qué nos faltan cosas por hacer? Sí, nunca dejaremos de tener necesidades. ¿Y quiénes han hecho posible las mejoras? Pues todos esos gobernantes, con sus políticas, con sus ministros, con los congresos de su época, con los alcaldes y gobernadores, con la empresa privada, con las empresas, con nosotros, con todos los colombianos.

No se trata de que jamás critiquemos ninguna política o acción de los gobernantes; se trata de que hagamos unas críticas pero que también ayudemos a mejorar en cada situación, desde la posición que cada uno ocupe. Los que tienen el poder en su mano, pues tienen muchas herramientas para hacerlo; los que están cerca de ellos, tienen el poder del consejo; los que ya ejercieron en ese campo, asesorando a los que llegan, y nosotros, los mortales comunes y corrientes, ejerciendo esos pequeños poderes en nuestro entorno, en la familia, hablando, discutiendo los problemas y planteando soluciones, enseñando a los que no conocen algún tema, aportando ideas para ser aprovechadas en el barrio, en el pueblo, en el municipio; con los amigos, en las conversaciones de viernes, siendo propositivos, no quedándonos en la crítica improductiva.

En nuestras manos tenemos un poder muy grande, que es el derecho al voto, que empieza por los dirigentes de barrio, las juntas comunales, los ediles de nuestra localidad, los concejales del pueblo, los alcaldes, los congresistas, los presidentes. ¿A quién no le ha pasado, que al elegir los dirigentes locales, de vereda, del barrio, nadie se postula, pero durante el año, se dedican a criticar las acciones tomadas? Es una buena oportunidad de ejercer el poder y de ayudar al país. Siempre he sostenido que una persona que no vota, y hay muchos que por costumbre no ejercen ese derecho, no tienen derecho a hacer críticas a la gestión; si vota, critique, si no lo hace, calle y deje hacer y gobernar, aunque los que hacen, a veces se equivoquen. Tenemos pequeños poderes locales que podemos ejercer, y contribuir al bienestar de nuestro entorno; esos son los aportes que todos podemos hacer para mejorar este país bello.

Quienes más critican, son los que menos hacen, porque criticar es muy fácil, pero hacer cosas, acertar, es muy difícil. Con frecuencia vemos gobernantes que en su vida se han pasado luchando contra el establecimiento, criticando a todo aquel que lanza una idea, a toda persona que trabaja en su oficio, pero a la hora de ejercer su propio poder, cuando lo tienen en sus manos, cuando pueden cambiar las cosas, no lo hacen bien, no aciertan, o lo hacen mal, muy mal. Es que, repito, criticar es muy fácil, pero hacer cosas es muy difícil.

Y pequeñas cosas que podemos hacer nosotros, los del montón, para no gastar el tiempo en sólo críticas improductivas, para ayudar al país, para contribuir al bienestar de todos, son muchas, y propongo varias:

·       Paguemos lo justo a nuestros empleados domésticos o en nuestra empresa.
·       Ejerzamos plenamente el derecho al voto y luchemos por que los demás lo hagan.
·       Manejemos sin estar bajo los efectos del licor.
·       Opinemos sobre los asuntos públicos, con los medios a nuestro alcance, los periódicos, las redes sociales.
·       No demos limosnas en la calle, para no fomentar la mendicidad; canalicemos la ayuda a través de instituciones de caridad.
·       No demos dinero en los buses del transmilenio o similares, para hacer el viaje más agradable.
·       No compremos repuestos en sitios reconocidos como reducidores y lavadores de dinero.
·       Participemos con nuestros vecinos, familiares y amigos en los grupos de poder.

 Así como esas pocas sugerencias, hay muchas con las cuales estaremos con nuestra conciencia tranquila, ayudándonos a nosotros mismos y a los demás.

Un abrazo,

 

ALBERTO BERNAL TRUJILLO
e-mail: negocios.alberto@gmail.com
Blog:  http://condoreslibres.blogspot.com/

sábado, 14 de septiembre de 2013


 

MI RELACIÓN CON DIOS.
Subachoque, Septiembre 14 de 2013

Hola, amigos:

Antes que nada, debo aclarar que soy una persona criada dentro del catolicismo, educado con la comunidad de los Sacerdotes Salesianos, por lo que soy orgullosamente Salesiano, feliz de haber pasado por allí, por sus colegios, por el seminario, y de tener los más bellos recuerdos educativos en la cultura salesiana, de Don Bosco, San Juan Bosco, su fundador, un hombre bello, grande, un santo espectacular, a quien admiro profundamente y del que jamás me olvido.

Eso no impide que en mis pensamientos de hombre común me examine a mí mismo, a mis ideas, a mis creencias; yo no soy teólogo, ni filósofo, ni muy conocedor del tema, pero sí una persona a la que le surgen dudas y preguntas de la existencia, de su relación con Dios. Lo malo no es tener dudas, lo malo es no tratar de resolverlas.

Por ejemplo, me pregunto: ¿Para qué rezar? ¿Para qué la religión? ¿Necesito de un conglomerado de iglesia, para tener acceso a Él? ¿Para qué se crearon las iglesias, las religiones? ¿Qué hay después de la muerte? ¿Hay vida después de la vida?

Ahora bien, si no soy practicante de las cosas del catolicismo, tampoco soy ateo, creo que hay un Dios creador, un Ser creador, y que al final de nuestra vida, estaremos en otra dimensión tratando de ser perfectos, de acercarnos a la sabiduría, que esa es la finalidad de un ser humano, según mi criterio. Creo que en otra vida, o en otras vidas, en cualquier parte donde estemos, habremos de tender a la perfección. Lo que sí me parece es que la relación mía con Dios es muy distinta hoy a la que tuve durante mi vida.

Si un joven obtiene un logro en su vida, y se ufana de ello, muy seguramente su madre le dirá: dele gracias a Dios, mijo, por ese puesto que consiguió; Él todo lo puede.

Si ese mismo joven pierde su empleo, y maldice y reniega de Dios por su suerte, la respuesta de su madre es: no reniegue, que esas no son cosas de Él, eso es por su propia culpa, es que no le conviene. O le dirá que es una prueba para su fortalecimiento espiritual.

¿Entonces, todo lo bueno viene de Dios, y todo lo malo es mi culpa? No creo que esa sea la lógica, no pienso que así funcionen las cosas. Si tenemos libre albedrío, pues es libre albedrío, no solamente cuando Él lo permita, sino que somos libres siempre de escoger nuestro camino. Cuando oramos, no es que recibamos los favores de arriba, lo que sucede es que nos predisponemos para que las cosas buenas nos lleguen; pienso que la oración es un placebo espiritual; Él no es quien nos da las cosas, ni Él es quien nos las quita; lo que pasa es que las oportunidades están allí, y nosotros veremos si las tomamos o no para nuestro beneficio.

Con la oración, como veo que la toman muchas personas, y como siempre lo sentí hasta hace algunos años, pasa que cuando pedimos algo, no nos llegan las cosas de arriba, no, Él no interviene, sino que nosotros nos disponemos a aceptar lo que llegue, pensando que es Su obra. Si se nos concede lo pedido, pues es un milagro; si no se nos concede, pues es que no nos convenía, o es que Dios nos está probando, o es que el tiempo de Dios es distinto al de los humanos. Siempre aceptamos lo que suceda como proveniente de Su gracia.

Cuarenta millones de colombianos, durante cincuenta años, todos los días, hemos orado a Dios, rogado, rezado el rosario, ido a misa, prendido veladoras, hemos realizado marchas, todo pidiendo la paz, y ésta no llega. Una de tres cosas pienso yo: o Dios es sordo, o Dios es muy egoísta y no quiere la paz de Colombia, o Dios no tiene nada qué ver en ello. Creo que lo tercero es lo cierto, yo creo que el poder de la oración no es tal como nos lo han enseñado, la relación principal con Dios no es pedir y recibir, ni agradecer para recibir. No, la relación es muy diferente, es de amor, de entrega, de amistad. La paz de Colombia no depende de Él, sino de nosotros mismos, ni es Su decisión,  depende de nuestra decisión de llenarnos de paz en nuestros corazones, de nuestro amor, de la aplicación de la justicia.

Tengo una anécdota personal, que me cambió la vida en ese momento, de eso hace ya 20 años. Era yo una persona muy practicante, misa, comunión, dar gracias a Dios. Pues bien, en ese momento de mi existencia, y necesitado yo de ayuda divina, por primera vez en mucho tiempo le pedí algo que yo necesitaba en mi vida; nunca le pedía nada, sólo le daba gracias por las cosas recibidas. Me acordé de las palabras de la novena del Niño Dios en diciembre, que dice: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia, y nada te será negado”. Me volví el devoto más ferviente del Divino Niño para recibir las bendiciones, de acuerdo a lo rezado durante 50 años en navidad. Resultado de mi oración y mis peticiones: cero cumplimiento de mis necesidades, perdí casa, apartamento, carros, industria, dinero y quedaron algunas deudas adicionales. Dios no tenía nada que ver en mi necesidad, mi suerte y mi futuro dependían de mí mismo y de mi preparación para salir adelante.

Si yo llego a donde un amigo que puede solucionarme un problema y le pido que me socorra con una ayuda para una necesidad urgente, es posible que me lo niegue; ¿y si le pido nuevamente?, ¿y si le pido diez veces?, ¿y si le pido mil veces?, ¿y si siempre me lo niega? Entonces, ¿seguirá siendo mi amigo? Lo dudo mucho. Es una lógica que apliqué en mi vida. Deduje, después de vivir esa historia con Él, siendo mi Amigo, que la oración no es supletoria en una necesidad, simplemente siento que es un bálsamo para mí, pero no una solución. Por tanto, en mi vida, yo debo luchar contra mis adversidades y recibir mis beneficios, sin la ayuda de nadie, para eso soy libre y para eso tengo libre albedrío, para ser bueno o para no serlo.

Ahora, que haya oración para comunicar el amor, me parece perfecto; si yo amo a mi pareja, pues se lo digo sin esperar nada a cambio por ese acto, simplemente como acto de amor. Es mi voluntad, y no depende de la respuesta de mi pareja, o de la persona amada, cualquiera que sea. Así entiendo mejor la oración, como acto de amor, no como acto de petición ni de espera de concesiones.

Todo lo anterior son sólo consideraciones personales, y no quiero molestar a nadie, únicamente pensar un poco más en las dudas que me surgen, y de pronto armar alguna discusión al respecto.

Un abrazo,

ALBERTO BERNAL TRUJILLO
e-mail: negocios.alberto@gmail.com
Blog:  http://condoreslibres.blogspot.com/


 

lunes, 9 de septiembre de 2013


LA FALTA DE TERNURA
Subachoque, Septiembre 9 de 2013

Hola, amigos:

Este escrito ya lo compartí hace algún tiempo en Facebook, pero ahora lo comparto en este blog, pues no todos mis amigos están en esa red social.

Últimamente estoy preocupado con este asunto, y lo he puesto como tema de conversación en distintas reuniones familiares, pero quiero hacerlo visible un poco más, ya que creo que nos toca en el fondo a una gran mayoría de personas a lo largo de nuestra vida.

Pienso que en las relaciones de pareja existe un gran vacío en el trato diario, y este vacío tiene qué ver con la falta de ternura. ¿Qué entiendo por ternura? Es la demostración del afecto mediante palabras, gestos, acciones, caricias, para expresar nuestros sentimientos, especialmente, y en el caso que tratamos, frente a la persona que amamos.

Entonces me pregunto: ¿Por qué no somos tiernos en nuestra relación de pareja? Muchas veces pensamos que nuestra compañera de vida ya entró en nuestro corazón y que ya no necesitamos conquistarla, cuando la verdad es que el amor es un trabajo diario, con detalles, con palabras de cariño, en resumidas cuentas, con ternura. Y lo noto en la gran mayoría de nosotros, en muchísimas parejas de amigos, de conocidos, de cercanos; fallamos en esa entrega, en gastar nuestra ternura; creo que es una falla generalizada, de gran arraigo en nuestra cultura, en nuestro entorno. Entregamos el amor a cuentagotas, cuando deberíamos entregarlo a borbotones; la ternura nos fortalece, nos llena el alma, nos produce mil alegrías y beneficios.

Y claro que somos capaces de expresar nuestros sentimientos, lo que pasa es que no lo practicamos muy a menudo, somos tacaños en demostrar el amor que pretendemos tener con la pareja. Alguien en estas discusiones me hacía un comentario: "el que se enamora, pierde", refiriéndose a que quien demuestra mucho cariño y está enamorado, sufre porque la otra persona no corresponde en la misma forma. Por el contrario, la verdad es que "el que se enamora, gana". Quien se enamora, gasta sus sentimientos en su amor, gasta su amor en demostraciones de cariño. Cuando usamos el amor, sólo pierde quien no lo recibe, pero el que lo demuestra, siempre gana; es hermoso amar, aunque siempre es mejor ser correspondido en ese amor.

El amor es para gastarlo, para entregarlo, para usarlo a diario. Cuántas veces hemos oído y sentido aquellas palabras tan sabias: “en vida, hermano, en vida”; cuando perdemos a alguien cercano, es posible que aflore este sentimiento de pesar por no haberle expresado a esa persona todo nuestro amor, nuestro cariño, nuestro reconocimiento; a veces es demasiado tarde para pensar en ello, a veces es muy frustrante esa sensación de egoísmo por no tener esa palabra de dulzura para un ser cercano, para un ser amado. A veces ya es demasiado tarde para pensarlo, ya no habrá forma de subsanar ese vacío de amor. El amor no se acaba, por el contrario, si se usa, se multiplica, y nos bendice a diario.

Para ello, es importante escoger bien a su pareja, y con algo de racionalidad, sin tanta emocionalidad, tratar de ser felices, pero pensando en que la felicidad está a la vuelta de la esquina, sólo es necesario tomar la decisión de amar a aquella persona que nos espera. Por ahí en el mundo anda nuestra alma gemela, sólo que de pronto nos entregamos a los amores imposibles, pero siempre estará rondando ese alguien especial que espera nuestro amor.

Un saludo especial.

ALBERTO BERNAL TRUJILLO

 

lunes, 2 de septiembre de 2013

LOS CAMPESINOS


LOS CAMPESINOS DE COLOMBIA

Subachoque, Septiembre 2 de 2013

A mis amigos:
 

Las reflexiones que todos hemos hecho de la situación, a raíz de los paros agrarios recientes son variadas, unos a favor, la inmensa mayoría de colombianos, y todos, en contra de los violentos que actuaron allí.

¿Qué quienes lo promovieron, por lo menos en su parte violenta? Unos dicen que las Farc, otros que las Bacrim, otros que Uribe, algunos que Marcha Patriótica; lo cierto es que, según mi criterio, fueron promovidos por alguien interesado en aprovecharse de los campesinos, por las buenas, o mediante amenazas, con la única intención de desestabilizar el país, antes que con el afán de reinvindicar los derechos de los agricultores y ganaderos, lecheros, etc.

Yo creo que aquí todos tenemos algo qué ver, todos hemos contribuido a lo que sucede, como casi todas las cosas en éste o en cualquier país del mundo, pues hoy todo está interconectado. Lo que haga un sector, el de los políticos, el de los campesinos, el del transporte, los estudiantes, influye en los demás sectores. Todos, como comerciantes o como industriales, o como trabajadores, como consumidores, tenemos parte en el problema. Ni todo es problema para los campesinos, ni todo es culpa del gobierno; todos somos parte del problema, y más aún, de la solución. Por ejemplo, siendo honestos, pagando impuestos, exigiendo las penas para los corruptos, votando por los mejores, pagando lo justo a nuestros empleados.

¿Qué los TLC van a acabar con la economía? Es una de las explicaciones para el paro. Yo no pienso que sea cierto; por el contrario, si no estamos en ellos, nos deja el tren, nos sacan de todos los mercados. Los TLC han impulsado grandemente las exportaciones, y hoy nuestros productos están en más de cien países, con empleo y mano de obra colombianos. Han aumentado nuestros ingresos y se ha fortalecido la industria, aquella que se ha actualizado, modernizado, que se ha vuelto competitiva. En general, ¿quiénes se salen del mercado en estas coyunturas? Las empresas que no son competitivas. ¿Qué le pasó a la industria textil de Antioquia en los años 90’s por falta de modernización, de actualización? Se quebró, y no era justo que todos los colombianos sostuviéramos una industria obsoleta, por culpa del encerramiento a nivel tecnológico. (Aclaro que soy antioqueño)

Sin TLCs, muchos de esos mercados estarían cerrados para nosotros. Estamos en el siglo XXI, y nos debemos acomodar a las realidades actuales y a las tendencias del mundo, en el comercio, en la industria, en la tecnología, en las comunicaciones, en todos los sectores.

Yo mismo fui ejemplo de ello, cuando en los años 90’s mi pequeña empresa familiar industrial se fue a pique por falta de competitividad en la época del inicio de la apertura económica, por falta de preparación para enfrentar al mundo.

Ahora bien, yo me pregunto con frecuencia: ¿Dónde estarían los precios de los productos para nosotros, como consumidores, si no existiera la apertura hacia el mundo? No nos alcanzaría el sueldo para nuestros gastos básicos. La competencia mundial hace que los productos para nuestro consumo estén más bajos, aunque no sea así en todos los casos, pero sí en una gran mayoría.  ¿Qué tal con los mercados cerrados, y la industria nacional abusando de su monopolio con precios inalcanzables? Pensemos bien, y lo que de pronto pagamos a nivel nacional más costoso por algunos productos, se compensa, a nivel nacional, con menores costos en nuestras compras, menores gastos en las familias. Y eso se refleja también en nuestros bolsillos.

¿No es verdad que hoy viajamos más barato en avión que hace algunos años? ¿O que compramos electrodomésticos y disfrutamos de la tecnología a precios accesibles? ¿No vive hoy mejor un campesino medio, con acceso a educación, a tecnología, a transporte, a viajes, a salud, a recreación, que una persona de clase media de hace 40 o 50 años? La energía eléctrica llega a por lo menos el 97% de los colombianos, en las más apartadas regiones, por poner un ejemplo de los avances generales. Sé que nada es completo en la vida, y que todas las actividades tienen problemas, pero creo que es una verdad irrefutable. Y también sé que hay sectores a los que no llegan todos los adelantos y la modernidad.

Yo participé durante casi 20 años en el sector agrícola y ganadero, y conocí de primera mano los cultivos, el comercio, el transporte, los insumos, el modo de pensar de los campesinos. Por ello, tengo alguna autoridad para decir lo que pienso. Nuestro campesino es encerrado en su pequeño mundo, y poco accede a la nueva tecnología y poco se acomoda a las nuevas leyes del mercado. Al ofrecer una técnica de cultivo, una manera de crecer en la productividad, por lo general, un campesino responde: ¡Usted qué me va a enseñar a mí, si yo llevo toda mi vida haciendo lo mismo y me ha funcionado! Soy testigo de ello, aún en conversaciones muy recientes con amigos ganaderos y agricultores. Muchas veces no hay rotación de cultivos, programación de siembras, ventas anticipadas; se cultiva para vender, y no se aseguran los mercados para producir lo necesario. Digo, en gran parte del aparato agricultor. De ahí nacen muchos de los problemas que existen en ese sector.

Pongo el ejemplo de los paperos: en muchos casos, cada uno tiene su camión propio, lleva su producto a Corabastos, por ejemplo, y allí se enfrenta al mercado, y tiene qué vender su producto al a veces abusivo comprador, con el riesgo de devolverse con su camión. El resultado es que vende la papa a un precio irrisorio, en detrimento de su negocio. Yo me pregunto: ¿Para qué existe Fedepapa? ¿No es su representante, su agremiación? ¿Por qué no se asocia con los vecinos, y en vez de llevar 100 bultos al mercado, llevan juntos 1.500 bultos, lo negocian con anticipación, se ayuda con su asociación, y mejoran sus ingresos? Y es verdad, y conozco este problema de primera mano, y así sucede con muchos mercados de cultivadores pequeños, los de la cebolla, los de la alverja, los de las legumbres, etc. Asociarse es la mejor de las ayudas.

Falta de ese fortalecimiento en la asociación, es uno de los problemas que observé en el paro reciente; el gobierno debería estar sentado a la mesa con Fedepapa, con Fedearroz, con Anuc, con Federacafé, con Analac, con Fedegan,  etc, que son los representantes de los campesinos, y no con ellos directamente. Es la asociación lo que hace grandes los grupos, y su poder de negociación y de presión son los que ayudan a mejorar al campesino. Pero no sólo en momentos de los paros, sino precisamente, para evitarlos y ayudar a su crecimiento.

En general, como dije antes, todos somos parte del problema y parte de la solución, por tanto, y para finalizar, podemos mirar algunos detalles al respecto:

El gobierno puede honrar sus compromisos con los campesinos y cumplirlos. Puede lograr que bajen los precios de insumos, frente a abusos de fabricantes, como sucedió recientemente con algunas drogas para la salud. Puede respetar a los colombianos y mejorar, con claridad y honradez, las carreteras primarias, secundarias y terciarias, con los dineros que todos pagamos, y cuidarnos de los corruptos.

La justicia puede ser eficiente, rápida, y librarse de la política que la corroe por dentro, con sus intereses personales.

Los políticos pueden pensar en el pueblo, y no solamente en sus propias ventajas, en sus ingresos, tanto legales como ilegales.

Nosotros podemos votar por la mejor gente, con verdadero sentido de patria, y no dejar que los malos, los corruptos, voten ellos sí, y nosotros sólo veamos acceder a los puestos políticos a los abusivos, y ver simplemente robarse la nación.

Nosotros podemos dejar de comprar artículos robados, artículos de contrabando, dar pequeñas coimas por algún favor o por alguna preferencia.

Pienso que los anteriores ejemplos y otros más que a cada uno se les ocurran, son pequeños aportes a la solución de todos los problemas que nos aquejan, y que siempre están y estarán presentes en todos los momentos de nuestras vidas.

Un saludo grande,

ALBERTO BERNAL TRUJILLO