martes, 18 de diciembre de 2018

DE FE Y RELIGIÓN








DE  FE  Y  RELIGIÓN

Bogotá, diciembre 18 de 2018

Hola, amigos: 
      
 “Fe es creer en lo que no vemos, porque Dios lo ha revelado”. Esta es una de las frases más usadas a partir de la existencia del catecismo del padre Astete, aquel que estudiamos en nuestra niñez, y que yo me aprendí de memoria, para estar en un concurso público del colegio, y librito sobre la que se puede afirmar, como dice el pensador Richard Dawkins: “La religión es un placebo que prolonga la vida al reducir el estrés”. Es claro, cuando no tengo explicación para algún suceso, pues aplico la fe. El cielo existe, el infierno existe, igual que existen el castigo y el premio eternos. Y como nadie lo puede probar, pues se entra al terreno de la fe, y ambas cosas existen, porque Dios lo ha revelado. Y así la vida es fácil, no hay estrés. Nadie que haya dejado este mundo ha vuelto para contarnos cómo es que son estos sitios de gloria y de desdicha sin fin. Y todo se nos va en especulaciones, que resolvemos con la fe y en compañía del inefable jesuita Astete.

Ya lo había planteado en un blog hace ya mucho rato, pero es que esporádicamente llegan por ahí a mi pensamiento unas tentaciones similares, que me ponen a cavilar sobre este asunto. La comediante estadounidense Kathy Ladman, cita el mismo Richard Dawkins, observa que: “Todas las religiones son la misma: la religión es básicamente un sentimiento de culpa con diferentes días de fiesta”. Y por eso la religión está basada en la fe, no en el conocimiento. Mientras uno más investiga, probablemente más lejos de la religión se encuentra, y más cerca de la duda.

Hoy me voy a colgar en varias citas de algunos pensadores, pues me ayudan a entender lo que quiero decir, y por otro lado, en algunos casos, a mí no se habían ocurrido, por tanto me apoyo en ellos. Ambrose Bierce definía la palabra “orar”: “pedir que las leyes del universo sean anuladas a favor de un solo solicitante, que confesadamente, no lo merece.”

De las dudas sin resolver y de las verdades a medias al ateísmo hay muy pocos pasos. Sigue Dawkins: “¿Por qué es Dios considerado como una explicación para cualquier cosa? No lo es, es un fracaso en explicar; un encogimiento de hombros, un “yo no sé” vestido de espiritualidad y ritual. Si alguien le acredita algo a Dios, lo que generalmente significa es que ellos no tienen ni idea sobre el asunto, así que se lo atribuyen a la inalcanzable, in-conocible, hada del cielo. Pida una explicación sobre de dónde provino ese tipo, y los chances son que usted obtenga una vaga, seudo-filosófica respuesta de que siempre existió o que está fuera de la naturaleza. Lo que por supuesto, no explica nada”.

El matemático francés Blaise Pascal, reconoció que a pesar de lo grande que puedan ser las posibilidades de la existencia de Dios, existe una asimetría aún mayor en el castigo por equivocarse. Dice: “Es mejor que usted crea en Dios, porque si usted tiene razón tiene posibilidades de ganarse la felicidad eterna; mientras que, si usted no cree en Dios, y se equivoca, usted se gana la condena eterna; mientras que si tiene razón no existirá ninguna diferencia. Frente a eso, la decisión no es ningún rompecabezas: Crea en Dios”.

El mismo Dawkins establece una especie de categorías de ateísmo y religiosidad:

1. Fuertemente teísta. Cien por ciento de probabilidades de Dios. En las palabras de C. G. Jung: “Yo no creo, Yo sé”.
2. Muy Alta probabilidad, pero menor al cien por ciento. Teísta de facto: “No lo puedo saber con certidumbre, pero creo fuertemente en Dios y vivo mi vida con la asunción de que él está allí”.
3. Mayor al cincuenta por ciento; pero no muy alta. Técnicamente agnóstico, pero se inclina hacia el teísmo: “Tengo mucha incertidumbre, pero estoy inclinado a creer en Dios”.
4. Exactamente cincuenta por ciento. Agnóstico completamente imparcial. “La existencia y la no-existencia de Dios son exactamente iguales de probables”.
5. Menos del cincuenta por ciento, pero no muy bajo. Técnicamente agnóstico, pero se inclina al ateísmo: “Yo no sé si Dios exista, pero me inclino a ser escéptico”.
6. Muy bajas probabilidades, pero sin llegar a cero. Ateo de facto: “No puedo saberlo con certidumbre, pero pienso que Dios es muy improbable, y vivo mi vida con la asunción de que él no está allí”.
7. Fuertemente ateo. “Yo sé que Dios no existe”.

En alguna de estas categorías estamos catalogados, o hemos pasado por ellas. Y como me parece que sucede con gran frecuencia, mientras más teísta sea, mientras más amigo de Dios sea, mientras más fe tenga, más lejos de su amor está, y más juez de los humanos se torna, con la creencia de que ese poder viene de Dios mismo, y sólo él es el cumplidor del deber, lejos de la turba incrédula y apartado de los que no cumplen la ley, como el fariseo en la historia bíblica.

Son reflexiones que afloran en mi mente, y que comparto con mis amigos.

 

Un saludo de amigo,


ALBERTO BERNAL TRUJILLO

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