LOS
FRANCESES Y CHARLI HEBDO
Bogotá, enero 11 de 2015
Empecemos
este 2015 con las noticias que son actualidad, como el brutal ataque al
periódico Charlie Hebdo y a sus empleados. Es una tristeza que un grupo de
musulmanes piensen de la manera en que los lleva a vengar una agresión de los
caricaturistas en la forma tan cruel como sucedió. Para ellos es una manera
casi natural de defender a su profeta, de estar con Alá, aunque nos suene a
todos como una reacción exagerada por unas opiniones contrarias. Pero eso no
exime a los creadores de las ofensas a Mahoma de ser los provocadores, los
instigadores de ciertos odios en las personas que por muchos motivos, se
comportan de esa manera agresiva.
¿Que son
muy pocos los musulmanes radicales de Al Qaeda que piensan como ellos? Sí, pero
ahí están. ¿Y para qué provocarlos? Existen mil formas de criticar, de
protestar, de llamar la atención, de opinar, que se pueden usar, en vez de
ridiculizar a Mahoma, o de burlarse abiertamente del personaje, dejando
sentadas las molestias por las cuales cualquiera de nosotros puede decir lo que
piensa. Una burla ofensiva, distinta de otra calificación de burla, pienso,
parte del concepto de que el ofendido, y en este caso, de sus seguidores, son
seres inferiores, y al no estar de acuerdo con su pensamiento, se puede ofender
y escudarse en una libertad de prensa mal entendida.
La
libertad de prensa, no consiste en decir todo lo que a alguien se le antoje.
No. La libertad de prensa también exige respeto, dignidad, sentido común. Las
caricaturas que se publican en apoyo a los franceses hoy, muestran unos lápices
enfrentados a unos fusiles, pero pienso
que, en muchas de las caricaturas del periódico a lo largo de muchos meses y
años, parecían salidos de fusiles y no de lápices, por el odio y la burla que
allí se mostraban.
No es
sino observar esa especie de sala de redacción entre los colaboradores de
Charlie, vistas en los noticieros, para darse cuenta de la mofa, la burla con
la que ellos hablaban y se refrían a Mahoma y a los musulmanes, y para conocer
sus intenciones, no de decir verdades, sino tal vez de desahogarse internamente
de sus frustraciones y de expresar sus deseos sin argumentos dignos. La burla
la entiendo como un argumento legítimo de conocimiento, siempre que sea
respetuoso de la dignidad de los burlados.
Además,
es parte de la personalidad del pueblo francés, sentirse y ver a los demás por
encima del hombro, como si el resto de humanos fuéramos unos enanos
intelectuales. Y esto no me impide reconocer todas las cosas maravillosas que
hemos recibido de ellos a lo largo de los siglos, en arte, en cultura, en
derecho, en la guerra, en la defensa del hombre y de sus derechos.
Si los
caricaturistas dibujaron lo que quisieron, son ellos responsables de las
consecuencias de sus actos, incluyendo la reacción monstruosa que tuvieron los
hermanos que asesinaron a doce personas esta semana. Nadie se puede burlar
impunemente de alguien, cualesquiera que sean sus creencias y sus pensamientos,
y luego llorar y pedir conmiseración con ellos mismos. Está bien apoyarlos y
estar a su lado en estos momentos, pero también es cierto que la
irresponsabilidad de sus actos no nos debe cegar hasta culpar solamente a los
musulmanes atacantes y eximir de culpa a los burlones caricaturistas franceses.
No
comparto casi en nada las formas de la cultura musulmana, ni su religión, ni su
machismo, ni su opresión a las mujeres, ni su forma de vestir, ni su
intransigencia a los cambios tecnológicos, en fin, no me gustaría pertenecer a
esa sociedad cerrada, pero mi respeto por ellos no se debe terminar por no
estar de acuerdo con ellos, aunque los radicales son la minoría. La mayoría de
los musulmanes son gente de bien, enseñados a luchar contra condiciones muy
adversas de su tierra, contra el deseo de otros pueblos de dominarlos, y como
en todas las sociedades, hay extremistas que no entienden las formas de
convivencia pacíficas, como son las Farc en Colombia, y como son tantos grupos
en países disímiles a lo largo y ancho del planeta.
Y para
colmo de los franceses en particular y de los europeos en general, la cultura
musulmana terminará en pocos años dominando a Europa, pues ellos no quisieron
ser los pobladores de su tierra con hijos nuevos, pero los musulmanes sí lo
están haciendo, y las migraciones les está copando todos los espacios, y es
imposible atajar la llegada de miles y miles de vecinos indeseables para ellos,
en una colonización contraria a la que los europeos hicieron hace dos o tres
siglos, y por siempre hacia atrás. Hoy, Europa está amenazada por las fallas de
ellos mismos, por su soberbia, por creerse sus habitantes que son
todopoderosos, y que pueden burlarse de los demás; las crisis de los diferentes
países de la comunidad europea los llevará a un desastre impensado para ellos,
por lo menos en su forma de actuar, dominados por culturas que ellos creían
extranjeras, pero que han estado metidas en su territorio desde toda la vida,
desde Marruecos, hasta Egipto, pasando por todo el Mediterráneo y ahora en la
gran Africa central.
Los
franceses especialmente, pero todos los europeos a su vez, deberían ponerse a
pensar qué será de sus países a la vuelta de unos pocos años, con su xenofobia,
con su desprecio por lo que no sea la grandeza del viejo mundo, aunque no es el
más viejo, pues hay civilizaciones más antiguas. Allá ellos con sus miedos, sus
odios, su prepotencia, su dinero, su grandeza, su raza. Hoy, como pensamos
todos, el mundo es muy chiquito, y las razas se mezclarán como ha sucedido
siempre, pero es cada día más difícil seleccionar cuáles serán las razas que se
mezclen con las propias, pues la tierra es sólo un punto en el mundo y si queremos
preservar pura una raza, nos tocará viajar a la luna, o a Marte, o la
estratosfera, que todavía no hay mucha gente por allá.
Un abrazo de amigo,
ALBERTO BERNAL TRUJILLO
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