martes, 11 de marzo de 2014

EL PERDON


A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.EL PERDON

Subachoque, marzo 11 de 2014

 

Esto del perdón tiene tanto de ancho como de largo, y a todos nos causa dificultad pensar en que ejercerlo es bueno para la salud del alma y del cuerpo. Creo que la dificultad nace en nuestro egoísmo, en que pensamos que somos primero que los demás, en que lo nuestro es más importante que las cosas de otras personas.

 

Cuando entregamos nuestro perdón, lo que estamos haciendo es dar todo nuestro ser para que el alma viva en paz, y consecuentemente, el cuerpo se sane y vivamos en armonía con el mundo.

 

¿Y a quién debemos perdonar? Pues a nuestros enemigos, o a quienes nos han hecho daño por una ofensa, por un desaire, por un mal deseo, por un olvido, y hasta por una mala interpretación de nuestra parte; nos ofendemos, a veces sin razón, por un mal entendido, por una palabra mal oída, por suponer lo que no debemos, por pensar con base a supuestos y no a realidades.

 

Pero también nos ofendemos porque la afrenta de una persona o de un grupo de personas es verdaderamente grave y causa daño a nuestra honra, a nuestros bienes, a nuestra gente, al país, a mi familia. La ofensa recibida no me causa ningún bien, y mi dolor puede durar un rato, un día, una semana, un mes, o años enteros. Pero el cabo de ese tiempo, mi corazón estará más dolido y más arrugado por mi actuación de rencor que por el dolor que me causaron.

 

En estos años finales de nuestras vidas, como en mi caso, comprendo más aún la necesidad de practicar el perdón, de haberlo realizado antes y de seguirlo haciendo hacia adelante.

 

Desde que estoy leyendo la página http://www.reconciliacioncolombia.com, de la cual ya les hablé en varios escenarios, he aprendido que el perdón es posible, que las almas buenas se fortalecen por medio del ejercicio de olvidar las ofensas, y tratar a los enemigos como nuestros amigos. Y lo veo en mi vida diaria y personal. En ese sentido, repito lo leído allí: “Martínez cree que la reconciliación no es solo un acto personal de perdón. Para él la reconciliación pasa por entender la forma de pensar de mi opositor y reconocer su humanidad”. “En una negociación entre dos partes no se trata de que el más fuerte le imponga su verdad al más débil. La paz consiste en una transformación de las relaciones sociales en la que todos los seres humanos nos reconocemos como iguales”.

 

Ahora que estamos en momentos de política, de elecciones, veo que es un asunto difícil; muchas veces hemos hablado de que hay temas que producen roces en las familias y en los grupos de sociedad: especialmente el de la política y el de la religión. Pues bien, lo palpo claramente en mi vida; a mi lado tengo amigos y parientes que son partidarios de políticos a los que yo no entiendo, no acepto, como son por ejemplo el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro y el expresidente Alvaro Uribe. Pero, a pesar de leer y escribir conceptos que están lejos de encontrarse, siguen siendo mis amigos y mis parientes queridos, y por eso me contengo en mis opiniones, para entrar en la senda del perdón, y por no ofender a nadie con mis ideas.

 

Si un secuestrado y su secuestrador trabajan juntos en su finca, se perdonan, como leo en la página de Reconciliación Nacional, http://www.reconciliacioncolombia.com, si en la cárcel de Bellavista de Medellín trabajan en conjunto los ex-paramilitares y los ex-guerrllleros, pues lo veo como un ejemplo para mí, y para tolerar las ideas de los demás sin ofendernos.

 

Es que son tantas las historias de vida, de tolerancia que leo en esa página, que hoy quiero hacer énfasis para que mis amigos participen de la dicha de saber que el perdón sí es posible en nuestras vidas, ya sea a nivel nacional o a nivel personal. Ver cómo las pequeñas sociedades rurales cambian sus odios por la colaboración conjunta; ver cómo unas veredas enemigas hasta hace unos años, luchan por su propia educación entre todos, sin dolores, sólo con el horizonte de amor hacia adelante, eso me llena de emoción y de ejemplo para mi propia vida.

 

Quiero ser tolerante, quiero respetar las ideas de los demás, pero con amor, sin pretender que mi razón está por encima de la de los demás. Simplemente, somos distintos, pensamos distinto, creemos en distintas ideas, seguimos a diferentes personas, nuestros líderes no son los mismos, y vivimos en paz, con nuestros corazones llenos de felicidad, de ternura, de amor.

 

Un abrazo de amigo,

 

ALBERTO BERNAL TRUJILLO

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