Subachoque, enero 22
de 2014
EUTANASIA
De por sí, es un tema
muy difícil por las concepciones religiosa, moral, personal, familiar, médica,
ética, que podemos considerar al respecto. En todas formas, lo que escribo es un
pensamiento personal mío, que tiene la intención de que analicemos, más allá de
los prejuicios que se tengan, y aún en casos de que las convicciones sean muy
fundadas. Nada impide leer lo que otros escriben, y rebatir los argumentos, o
aceptar el punto de vista, o debatir, o simplemente desechar los razonamientos
presentados.
Para empezar, veamos
la etimología de la palabra eutanasia: viene del griego Eu, bueno y Thanatos,
muerte. Muerte buena, o bien morir, literalmente, y a eso me atengo para mi
comentario. Es una muerte placentera para quien la desea, es una muerte buena,
según los griegos, digna, humana y sin dolor.
Por
supuesto doy por sentado el
hecho de que respeto las creencias religiosas, éticas, morales, jurídicas, de
todo tipo, que cada uno de ustedes tenga, y no estoy haciendo proselitismo
hacia la idea que expongo. Sólo que me gusta tratar temas que a veces son
difíciles de digerir, porque se constituyen en tabúes para nuestra sociedad, y
para muchas culturas, y de algún modo se convierten en puntos de reflexión. Yo,
por ejemplo, estoy afiliado a “Derecho a Morir Dignamente”, una asociación que
trata de aliviar los males de una enfermedad terminal, y que nos ayuda a
aceptar con más realismo el hecho de nuestra muerte o la de algún allegado,
aunque allí no aplican la eutanasia. ¿El destino de la medicina no es al fin y
al cabo, acabar con el sufrimiento humano, pienso yo, mediante todos los
recursos disponibles, sin hacer daño a los demás?
Acorde con mis lecturas sobre este tema, copio una definición
que me parece acertada: eutanasia, es el "hecho de provocar por acción u
omisión una muerte fácil y sin dolores a un paciente a petición de éste y que
está próximo a morir por causa de una enfermedad terminal o padece una
enfermedad dolorosa". Yo añadiría que
también, además de la propia petición, también por decision médica o familiar. Puede
ser por aplicación de un procedimiento determinado, o por la supresión de otro
que sostiene al paciente con vida.
Yo
he oido hablar millones de veces del derecho de vivir, pero muy pocas del deber
de vivir. Es decir, tenemos derecho a seguir con vida, frente a peligros
exteriores, pero ¿es válido pensar en que tengo también el “deber” de vivir, la
obligación de vivir?
En
la Declaración Universal de los Derechos Humanos se hace referencia específica
a que los derechos humanos son irrenunciables, lo que no quiere decir que yo
esté de acuerdo con ello. Siempre he considerado que los derechos son de libre
“disposición” del sujeto que los goza, y por tanto, me reafirmo en la idea de
la eutanasia.
Ya
varios países han incorporado a sus leyes la eutanasia, como son Holanda,
Suiza y Bélgica que han procedido a la legalización de la eutanasia activa que
es llevada a cabo bajo rígidos protocolos en los casos de quienes acrediten padecer
una enfermedad terminal o irreversible y cuando el sufrimiento es insoportable.
¿Además,
la pena de muerte, que es hoy aceptada en varios lugares del mundo, no es una
eutanasia que aplica la sociedad para aliviar un poco las formas de violencia?
Aquí incluyo algún
concepto que leí sobre la eutanasia: “Nuestros pensamientos
siempre están condicionados por la educación, la religión, las leyes, la
presión social y nuestras experiencias. Los que defienden la eutanasia, como una
acción u omisión de un tratamiento médico para evitar que un paciente sufra,
con su consentimiento o el de su familia, creen en el principio de la muerte
digna sin sufrimientos y que la persona tiene la libertad para disponer de su
vida. Quienes están en contra consideran el principio moral y religioso de que
la vida es un don de Dios que no puede ser arrebatado por el ser humano.
Piensan que sin la vida de los más vulnerables y enfermos terminales, la
sociedad corre el riesgo de deshumanizarse y de justificar “limpiezas” raciales
y genocidios”. Yo considero respetables las dos posiciones, aunque estoy de
acuerdo con la primera.
Se hacen esfuerzos permanentes en todas las sociedades para
garantizar la vida, como si estar vivo sin dignidad fuera un logro inmenso. Y
la vida, más que en un derecho, se ve como un deber, que ya es una carga muy
grande para una cantidad ingente de habitantes de este planeta. Pero,
realmente, eso no es vida.
Escribir
este artículo se me ocurrió a raíz de la muerte reciente de Ariel Sharon, ex
Primer Ministro de Israel, quien estuvo en coma, inconsciente, durante cerca de
siete años. Curiosamente, también recibí la noticia de la muerte de un señor de
95 años, Emiel Pauwels, en Bélgica, (ver en esta dirección su historia): http://www.lasexta.com/programas/jugones/ultimo-brindis-emiel-pauwels_2014010800202.html. (copiarla).
No se resignó a
morir de cáncer, y se reunió con su familia para despedirse de este mundo, con
una eutanasia que yo admiro, por su tranquilidad, por su valentía, por el
derecho a su propia dignidad. Esta muerte es una mezcla de miedo a la vida, a
la enfermedad, pero una valentía ante la muerte. Creo que la vida en las
condiciones en que lo hizo Sharon, o la vida que le esperaba a Pauwels, no son
dignas de vivrse, más bien es un atentado contra el derecho de vida de cada uno
de ellos.
En estos momentos,
recuerdo una bella historia contada en la película Mar adentro, que trata el tema de la eutanasia en forma muy hermosa. La
propia persona decide sobre la vida y la muerte, ya que el ser humano es capaz
de tomar sus propias decisiones, según sus valores y creencias y basadas en un
entendimiento adecuado. Creo que el valor de la libertad es superior al valor
de la vida, es un derecho
individual,
al hacer en este caso más humana y digna la muerte.
Poe
supuesto, yo estoy de acuerdo con la eutanasia, como derecho a morir, que es lo
mismo que derecho a vivir, pero a vivir dignamente. Y renuevo mi respeto por
las creencias de cada uno de los lectores, a quienes no deseo ofender con las
mías.
Un
abrazo,
ALBERTO BERNAL
TRUJILLO
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