LA
ETERNIDAD
Noviembre
15 de 2013
La
eternidad es eterna… eterna. Es para mí un concepto muy misterioso, y de por sí
bastante incomprensible, pensando hacia adelante, pero aún más difícil de
comprender si lo pienso hacia atrás en el tiempo. Uso una comparación para
tratar de entender algo ese misterio. ¿No hay principio y no habrá fin? Muy
difícil para mi cabeza.
Supongo
que un grano de arena de la playa equivale a un año de vida, por tanto jamás,
jamás, terminaré de contar los años, o de contar los granos de arena del mundo,
y así es como trato de que me quepa en la cabeza la eternidad. Hay otros ejemplos,
como el de un amigo, que se imagina un hilo de tela de araña, que debe envolver
la tierra y los planetas, llevado por la propia araña, hasta cubrirla
totalmente como un tapete tupido. Jamás terminará la tarea. Otro que oí hace ya
varios años es el del pajarito que cada año da un picotazo en una roca de 100
metros de largo, por 100 de ancho, por 100 de alto. Esa tarea, la de acabar con
esa roca, es equivalente a la eternidad. Y hacia el final es algo que trato de
llegar a la idea, pero ¿sin principio? Mmm… Ahora, ¿qué tamaño tendría la roca
hace “media” eternidad? (Si es que la idea de media eternidad puede existir). ¿O
será que ya vamos en la quinta “eternidad”, o en la décima?
Es
que este concepto de la eternidad, así como el infinito del espacio, dónde
termina, qué sigue de lo último que podamos imaginar, no es fácil que nos quepa
en esta cabecita frágil, imperfecta, que
tenemos y que nos hace dudar de tantas cosas y que también nos hace entender
otras más. A las velocidades en que avanza la ciencia, y ya que estos adelantos
no son en progresión aritmética, sino geométrica, podemos pensar que cada vez
entendemos más cosas, comparadas con lo que conocíamos ayer, o que cada vez
entendemos menos cosas, comparadas con lo que vendrá hacia adelante y con la
velocidad a la que suceden.
Enseguida
me hago esta pregunta, pensando en la eternidad y en los conceptos de las
religiones: ¿Será que una persona como Hitler, o como Pablo Escobar, que
consideramos malos (no los juzgo, sólo supongo), por 50 granos de arena o 50
años de vida, terminarán en el infierno durante una eternidad, es decir,
billones de billones de billones de años? No me parece lógico pensar de esa
manera.
¿Será
que una persona como Domingo Savio, santo que tuvo la “dicha” de morir a los 15
años, que no tuvo ni el conocimiento del pecado, o un niño que muere a los 5
años, sin “vivir”, a quienes consideramos buenos, por 15 granos de arena o 5
años de vida, terminarán en el cielo tocando la lira durante una eternidad, es
decir, billones de billones de años? No me parece lógico pensar así. Pero es lo
que piensa y espera un musulmán al inmolarse con una bomba atada a su cuerpo.
Pienso
que es más lógico que la vida, esta vida, termina, pero vendrá otra, en alguna
parte, en otra dimensión, donde seremos felices todos, e iremos hacia la
perfección, y vendrá luego otra vida, y cada vez seremos mejores, distintos,
otros seres, pero siempre caminando hacia la felicidad total. Yo creo en el
famoso túnel de las personas que traspasan los límites de esta vida y regresan.
Nadie vuelve triste, todos regresan felices, y esa creo que es una realidad.
Además, nadie, que yo sepa, ha vuelto del más allá, de la muerte, a contarnos
sus experiencias, de modo que el cielo, el infierno, el purgatorio, el limbo, conceptos
con lo que nosotros crecimos, y que ya algunos han sido revaluados hasta por el
Vaticano, suenan más a invenciones que a realidades, por lo menos como lo
pintan las religiones. Los musulmanes, los católicos, los protestantes, los
ortodoxos, los budistas, los islamistas, los hinduistas, creen más o menos en
lo mismo, visto desde puntos distintos y con perspectivas diferentes. Habrá
muchos que no creen en vida después de la vida, y todo terminará con la muerte,
para ellos. Otros que piensan que ni esta misma vida es una realidad, que
estamos en dimensiones diferentes los unos de los otros. ¿Pienso, luego existo,
como dijo Descartes? Es una realidad para mí, y bueno, por algo hoy somos miles
de millones de personas, y las que en el mundo han sido.
Todo
lo anterior lo creo por la mañana, pero ya en la tarde empiezo a dudar de
todas mis creencias, y a pensar en la evolución de las especies, y en quién
creó a Dios, en el big bang, y en mil cosas que nos rondan a todos en algún
momento de nuestras vidas, o en muchos momentos, en etapas diferentes de
nuestras vidas. Y hay tantas respuestas como nos podamos imaginar, y mientras
más pensemos, pues más cabida a teorías distintas hay, de éste y de muchos
otros temas que nos hayamos planteado a lo largo de nuestras vidas. Y todos tienen
razón, y nadie tiene razón, o pocos tienen razón,
depende de nosotros mismos, y del miedo que nos dé pensar en algo distinto, y
de nuestras convicciones religiosas, por ejemplo.
Recordaba
yo una anécdota de Jaime Tabares, un compañero del seminario del año 59 y 60,
quien me relató que estando él en tercero bachillerato en La Ceja, Antioquia,
llegaron en clase a tocar el tema de la creación de la materia y luego a Dios,
creador de esa materia y Jaime le preguntó al cura profesor: "¿Por qué no
dejamos eso en la materia?" Y la respuesta fue: "Esas dudas no las
puede tener un aspirante (a sacerdote)", y ahí terminó la charla. Creo que
el cura ni sabía de lo que estaba hablando. Y se perdió una bonita oportunidad
de discutir una duda o una inquietud de alguien que se atrevió a pensar.
Alguien
dirá que yo no entiendo las cosas de Dios, (esto para los creyentes), porque Él
piensa de distinta manera; pero es que yo no puedo pensar distinto, pues soy
humano y no divino; y debo usar mi inteligencia para pensar, para preguntarme
cosas, para tratar de entenderme y entender la vida. Así, algún día podremos
pensar en otro aspecto, analizar otras dudas, o que yo tenga, o que alguien más
tenga. Para eso tenemos inteligencia, para dudar, para pensar, para usarla.
¿Existen
más seres vivos, inteligentes, en el universo? ¿Qué es la Biblia? ¿Puedo creer
poco, o nada, o parte, o todo de ella? ¿Los evangelios son fieles? ¿Cómo empezó
todo este cuento de la vida humana? ¿Dios, o un dios, o la evolución, o el big
bang? Son todas preguntas que nos quedan para cuestionarnos, para aprender,
para mejorar. Y muchas más sobre muchos temas, que no son tabúes, sino
realidades en nuestras mentes. ¿Cuál es el límite del pensamiento? ¿El
pensamiento se confunde con el alma?
Qué
cosa tan difícil es la vida a veces, pero qué hermosa es la oportunidad de
analizar, de pensar, de discutir, cosas tan sencillas y a la vez tan
misteriosas. Ojalá la eternidad exista para mí, pero con la oportunidad de
seguir creciendo en el amor, en la sabiduría, en el conocimiento, en la
inteligencia, y si hay cosas mejores, pues que vengan.
Un
abrazo,
ALBERTO BERNAL
TRUJILLO
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