lunes, 4 de noviembre de 2019

CHILE, ECUADOR, BOLIVIA


CHILE, ECUADOR, BOLIVIA

Bogotá, noviembre 4 de 2019

Hola, amigos:

Existen conceptos que uno puede expresar, y que causan escozor entre muchas personas porque no encajan en la mentalidad de los que defienden causas de ambientalismo, justicia social, derechos de las minorías, o por otras causas. Pero es necesario expresarlos, por convicción propia y por salud mental, para no quedarnos atrofiados al no sacar a flote nuestros pensamientos, aunque vayan en contravía de la lógica de procedimiento de cómo el género humano ha vivido a través de la historia.

Ejemplo de lo que digo, es la situación de protestas que hoy existe en Chile, especialmente, pero también en Ecuador y en Bolivia, propiciada por motivos distintos, pero asociadas a un mismo propósito colectivo. Y no analizo la raíz de esos conflictos, sino sus resultados que han producido en la opinión latinoamericana.

En principio, defiendo el derecho a la protesta. En algo que difiero es en los métodos utilizados, especialmente cuando existe violencia y cuando esa violencia termina afectando a población ajena muchas veces al problema que se trata de solucionar, aunque suene a perogrullada. Y se dirá que los grandes cambios se han conseguido mediante procesos violentos, a lo largo de la historia, y en parte tienen razón. Pero no siempre es así. O la no violencia.

Considero, por ejemplo, que el M19 en Colombia, como organización, ha conseguido más reivindicaciones en su tiempo de “paz” que en su tiempo de “guerra”. La constituyente de 1991, el trabajo político de Navarro Wolf, sus logros en el congreso. ¿Ahora bien, que los logros posteriores no se hubieran conseguido si no hubiera existido su propia guerra? Es difícil saberlo, sin conocer una lucha política relacionada con este grupo antes de entrar a la lógica de la violencia.

¿La lucha armada consigue sus objetivos con su procedimiento? En algunos casos, sí, pero no siempre tiene respuestas afirmativas. Los logros de la guerrilla colombiana no fueron tantos en 60 años, por no decir ninguno, después del desgaste de todo un país, con miles de muertos, con destrucción, con odios, sin grandes triunfos políticos y sociales.

Hablando de marchas estudiantiles, ¿no es mejor, más efectivo, no ejerce mayor presión sobre un gobierno, el apoyo de tres rectores de universidades, de 10 académicos, de 15 profesores universitarios, con su presencia en las marchas, con 4 o 5.000 universitarios en ellas en vez de aceptar, o permitir, o invitar, no sé, a 20 vándalos que destruyen bienes públicos, buses, monumentos, y también almacenes, bancos, edificios? Creo que una marcha multitudinaria, con personas influyentes de su sector, sin violencia, es más efectiva que una con violencia, con piedra, ofendiendo al resto de habitantes, obstaculizando su movilización. Si hay legitimidad y se tienen derechos qué reclamar, los apoyos se consiguen, y son más influyentes y convincentes para conseguir sus resultados.

Sucede, también, lo siento cada día con más fuerza, que se acepta que existen derechos humanos, pero no se exhiben ni reconocen también que hay deberes humanos. Si yo tengo el derecho de protestar en una marcha a favor de la universidad pública, existen muchos otros colombianos que tienen el derecho a trabajar, y no lo pueden hacer porque no hay forma de transportarse. Pero se confunde el derecho a una protesta, con los métodos más justos o con los más injustos, afectando la vida de los demás. Para algunas personas, sus derechos son sagrados, pero los derechos de los demás no tienen importancia. Es decir, no hay deberes qué cumplir, por su propio egoísmo, incomprensión, vandalismo, odio, o simple desconocimiento de las realidades.

Y quiero ser consecuente en mi vida con el pensamiento y forma de obrar durante mis 40 y pico de años de trabajo.  Nunca solicité un aumento de salario, éste llegó por mi forma de actuar. Nunca solicité un ascenso. Cuando ocurrió, llegó como consecuencia de mi labor. Nunca presioné por un puesto. Cuando llegó un mejor trabajo, fue como consecuencia de mi rendimiento laboral. Con esto quiero resaltar que la violencia no siempre mejora las condiciones que se requieren. Los logros se pueden conseguir con trabajo, con diálogo, convenciendo el contrincante, actuando con firmeza, pero con convicciones, lógica y sin violentar a los demás.

Un saludo de amigo,


ALBERTO BERNAL TRUJILLO



viernes, 8 de febrero de 2019

HIDROITUANGO


HIDROITUANGO
Bogotá, febrero 8 de 2019

Hola, amigos:       

Yo vuelvo a escribir sobre nosotros mismos, sobre nosotros como colombianos, sobre nuestras condiciones humanas, algunas de las cuales no me gustan, no las entiendo, o en ocasiones se convierten en materia de hipocresía.

En estos días, mejor dicho, desde hace ocho o nueve meses que sucedió el taponamiento de los túneles en Hidroituango, dos por voluntad de los constructores, y el último por derrumbe interno, venimos hablando de la tragedia en esa zona de Antioquia, y he oído palabras y razones en todos los sentidos, desde muchas sensatas, hasta sandeces y tonterías, creyendo muchos que son técnicos en represas para hidroeléctricas.

¿Qué se cometieron errores en la construcción de la represa? Es probable que sí, y mucho lo han explicado sus funcionarios, entre ellos el gerente de EPM, con gran responsabilidad frente a los medios de comunicación, reconociendo esos errores. Yo creo, por deducción de opiniones respetables, que se apresuraron a cerrar los dos primeros túneles, presionados por ciertas circunstancias de retrasos en la obra y queriendo no perder beneficios económicos, sin querer perjudicar por ello, aunque ese fue el resultado, a las comunidades de río, con grave perjuicio de ellos.

Muchos son los costos que se pagan por el progreso, costos humanos, ecológicos, económicos en bien del progreso para conseguir beneficios para la población, para la humanidad en general en todo el mundo. Pensemos en la construcción por ejemplo del Canal de Panamá, del Canal del Suez, de la represa de Assuán en Egipto, de la Gran Muralla China, que no fue construida propiamente para el progreso del mundo, el Golden Gate en San Francisco, pensemos la conquista del espacio, y en tantas obras faraónicas, para bien de la humanidad unas y para orgullo de los gobernantes y de los guerreros, otras. ¿Cuántas vidas humanas de perdieron en esas obras y cuántos fueron sus costos en dinero, en pos del avance y del progreso?

Estoy seguro de que en la construcción y planeación de la represa en Hidroituango se socializó la obra, se expusieron sus problemas, y por ello se llevó a cabo el emprendimiento. ¿Que hubo críticas, problemas, dificultades? Claro que sí, pero la obra se hizo para el beneficio de toda Colombia. Es necesario construir estas obras para producir la energía necesaria para la industria, para la vida, para el progreso del país. Si no se hubiera acometido esta y tantas otras hidroeléctricas en Colombia, hoy estaríamos penando por energía.

Hoy, después de acometer las contingencias presentadas por el cierre de los túneles y sus consecuencias, el río Cauca está en un nivel muy preocupante para la vida de los peces, para la alimentación de sus ribereños, pero no es, como dicen algunas personas, que el río “se murió”. No, el río no se ha muerto, ni está agonizando. El río está en problemas, y ha sido por tres días, y hoy, a las ocho de la noche, de acuerdo con los cálculos, volverá a correr el agua por el río, hasta llegar a los niveles normales de la época de verano, en tres o cuatro días.  

Y claro que EPM debe resarcir a las personas perjudicadas con las acciones resultantes de sus decisiones, y que EPM es responsable en primer término por las consecuencias, pero no podemos crucificar a esta empresa ejemplar en Colombia. EPM lleva 70 años llevando agua, energía, gas, telefonía, internet, a todos los antioqueños, a gran parte de los colombianos y a muchos latinoamericanos, con gran eficiencia, con inmensa responsabilidad, y con resultados económicos excelentes, entregando esos dineros para el progreso de Antioquia y de Colombia.

También estoy muy seguro de que muchos críticos en esta situación particular no conocen la trayectoria de esta empresa, y se montan al bus de los detractores porque así somos, esa es nuestra cultura, esa es nuestra idiosincrasia. Criticamos porque sí, porque es más rentable. Es bueno hacerlo con conocimiento de causa, con bases y fundamento en la realidad, y sobre todo, siendo honestos en nuestras apreciaciones. Yo reconozco que hay problemas en el río, y que mucha gente en sus riberas se perjudica con ello, pero el río no se ha secado, ni se ha muerto, ni se ha acabado la economía que de allí se deriva.

Entre los beneficios que produce una obra como Hidroituango, está la de regular y mitigar las inundaciones que periódicamente se producen en las poblaciones como las de La Mojana, que tantas veces ha sucedido, y de lo cual se beneficiarán millares de campesinos a lo largo del río aguas abajo de la presa. Es parte de la solución a un problema que lleva muchos años de estar sucediendo.

Esto es igual a lo que siempre he sostenido frente a las responsabilidades de los ejecutores, ejecutivos gobernantes, directivos y de todos los que hemos tenido responsabilidad frente a las sociedades, en grande o en pequeña escala. El único que no se equivoca es el que nunca hace nada. El ejecutor está expuesto a tomar decisiones difíciles, y a veces se equivoca y yerra, pero el cumplimiento de los deberes está lleno de dificultades, y es allí donde aparecen los grandes hombres, los grandes gobernantes y los grandes dirigentes, al frente de empresas exitosas. Si no se quiere equivocar en sus decisiones, no haga nada, este es el mejor seguro. Pero esa no es la vida. La vida es riesgo, es empuje, es construcción, es tomar decisiones.

 

Un saludo de amigo,


ALBERTO BERNAL TRUJILLO